sábado, 30 de mayo de 2009

Lunita de trapo





Anoche mi sueño

tardó en cobijarme,

en sombras, risueño

jugó hasta muy tarde.



Yo cerré los ojos,

fui contando ovejas

y feroces lobos,

y abuelas muy viejas.



Tras de mi cortina

toda una fortuna,

en plata divina,

cuernitos de luna.



Lunita de trapo,

como un balancín,

¡Arriba y abajo!

Meciéndome a mí.



La luna seguía

el mismo compás

y, al fin, me dormía

de tanto arrullar.



En suave vaivén

me dejó en mi cama.

-¡¡Qué duermas muy bien!!

Yo vuelvo mañana.






Poesía: Zandra Montañez Carreño (Colombia)

Ilustración : Nora Martinez (Argentina)



sábado, 23 de mayo de 2009

El inventor de palabras





En el principio no había palabras, sólo letras.
La falta de palabras causaba grandes problemas a los habitantes de la ciudad, que sólo podían nombrar veintisiete cosas, generando todo tipo de confusiones y malentendidos. Hasta que un día a Uno se le ocurrió que si juntaba una letra con otra se podrían crear nuevos sonidos, y así nombrar muchas más cosas.

Fue entonces que Uno, decidió irse con las letras a una cueva en la montaña, y no volver hasta haber encontrado una manera de nombrar a todas las cosas. Quería poder nombrar al animal de carga, al agua que se acumula al lado del palacio, a la nena colorada.
Le tomó mucho tiempo pero una a una, las palabras, fueron surgiendo.
Primero juntó dos letras, después tres, cuatro y así muchas más. Una vez que las letras estaban una al lado de la otra, él las pronunciaba juntas y hacia memoria para ver a cuál de las cosas de la ciudad le recordaba el sonido. Así, el animal se llamó caballo, el agua lago, la nena Natalia.

Y cuando por fin Uno había encontrado todas las palabras y se disponía a volver a la ciudad, se dio cuenta de que todavía no existía una palabra para los labios cuando se juntan.
Uno salió de la cueva para tomar un poco de aire y reponer sus energías. Cuando miró hacia abajo, observó sorprendido que Natalia corría hacia la cima de la montaña. La niña llegó a la cueva, abrazó a Uno con todas sus fuerzas; y lo besó.




miércoles, 13 de mayo de 2009

Lugares







En el parque del jardín

hay un árbol gigantesco

que le sirve de morada

a un duendecito travieso.



En el parque del jardín

hay gatos recién pintados

que con ojos picarones

miran para todos lados.



El tobogán nos saluda

con ese olorcito a nuevo

yo me subo a la escalera,

le hago cosquillas al cielo.



En el parque del jardín

hay payasos juguetones

que juegan a la escondida,

se meten en los rincones.



En el parque del jardín

estoy yo, pelito al viento

el sol con sus rayos tibios

llena mi cara de besos.




Poesía: Pili (Argentina)

Ilustración: María Eugenia Sandín (Argentina)



domingo, 10 de mayo de 2009

Vuelteretas





El payasito se da de patadas en la nariz. Gira como un rulemán y no se cansa. Es medio acróbata el payasito y medio tonto también. Se queda colgado cabeza abajo o sentado o con una pata detrás de la oreja. Pero no; no es tonto el payasito. Aunque gire y se quede enroscado en el alambre como un yo-yo o un trompo o una figurita de las redondas. El payasito no es tonto, porque es de madera pintada como el soporte que lo sostiene: una hache de madera de pino, que la mano del niño vuelve a apretar, para que se enrosque y gire y se vuelva a enroscar, siempre.

domingo, 3 de mayo de 2009

La cuchara




Tengo una cuchara
muy acucharada
que se pasa todo el día
requete mojada.

Lo visita al plato
siempre al mediodía;
busca y busca en la sopa
dedalitos de alegría.

De tarde, merendona,
muy acalorada
se lanza a la azucarera
¡por la chocolatada!

Cómplice con la heladera,
entrada la noche,
bucea y bucea en el pote
del dulce de leche.

Tengo una cuchara
muy acucharada
que se pasa todo el día
requete mojada.




Poesía: Beatriz Re

Ilustración : Mirella Musri