sábado, 22 de mayo de 2010

Esperando a Vicente Nario...




Ilustración: Matías Acosta





Querido Vicente Nario:



Aunque soy chiquito, escucho a todos hablar de vos.


Parece que falta poco y vendrás y será una gran fiesta... y entonces sueño que sea para todos, y para todos por igual...


Aunque no te conozco, espero ese día impaciente para entender, porque las calles de la ciudad se llenaron de banderas celestes y blancas y soles; y porque la abuela está pensando en hacer pastelitos.


Porque mi hermana Lucía se prueba un traje antiguo y se mira frente al espejo mientras practica su nuevo peinado de trenzas.


Y porque a Tomás mi vecino, ya no le importa que seamos de cuadros diferentes de fútbol, sino que se comporta como si fuésemos del mismo equipo...


Porque yo ya tengo tres, pero escucho y entiendo que en estos días ya nadie habla de la gripe A y de encerrarse, sino de salir a las calles y encontrarse y disfrutar del otoño y sus días...


De lo único que se habla es de vos, y de esperarte, y de esperanza; y por eso decidí escribirte con mis letras garabato, a mi manera, para decirte que yo también te espero.


Que si tu llegada hace que las familias argentinas se llenen de alegría, que en la escuela todos se porten mejor, y que mi abuela cocine delicioso; si todo eso pasa solo por tu llegada, no esperes cien años más para volver...



¿Para que esperar?


Porque en definitiva...


Que es cumplir años...sino festejar la vida...




Con cariño


Agustín





Este texto es un homenaje a la historia de un país,

a los argentinos que llenan las calles de celeste y blanco, y soles,

a pesar de todo...

Un regalo que a los ojos de un niño

bien podría significar más que un gran festejo...

tal vez... un mensaje de unión, de esperanza...




Felices doscientos años Argentina!



25 de mayo de 1810

25 de mayo de 2010

Bicentenario Argentino





Les desea a todos los argentinos


La luna naranja




Gracias Matías Acosta por la maravillosa ilustración!





martes, 11 de mayo de 2010

Enojo






Cierto día el Sol se enojó con la Luna,

pues ella duerme de día y brilla de noche,

árboles, pájaros y niños le recitan canciones.



En cambio el Sol sólo vive de día,

sus ardientes destellos de luz dan comienzo al amanecer,

árboles, pájaros y niños, despiertan echando humo.



¡Un nuevo día ha de comenzar!






Poesía: Franco Paz


Ilustración: M. Fernanda Barreiro



miércoles, 5 de mayo de 2010

El monstruo arrepollado - Dos imágenes, mil palabras...























































Esa mañana, la lechuza Córcholis se despertó temprano y de muy mal humor. La noche anterior había andado de guitarreada. Cuando llegó a su casa, en el hueco del ceibo, a la orilla de la laguna, a la izuierda del tercer sauce llorón, se sacó las botas, colgó la guitarra y se acostó a dormir. Al poco rato, la despertaron los gritos de lo teros:

¡Peligro feo! ¡Peligro feo! ¡Cuiden los nidos, anda un monstruo verde y fiero! Córcholis abrió un ojo, luego el otros y vio que el señor tero y la señora tera se iban volando y a los gritos para el lado del puente. Como siempre, gritaban por un lado y por el otro, escondían los huevos… ¡Nadie los descubriría!

-¡Chist!¡Chist!¿Por qué preocuparse, entonces?- pensó la lechuza y comenzó a prepararse unos mates…

En eso estaba, cuando escuchó a los patos silbones venir gritando y asustados.

-¡Peligro feo! ¡Peligro feo! ¡Cuiden los nidos, anda un monstruo verde y fiero!

-¡Chist!¡Chist! El caldo se está poniendo espeso, - pensó Córcholis- los patos nunca andan haciendo ruido tan temprano. Siempre silban de noche, cuando se van por ahí…

-¡Nos revolvieron el nido, Córcholis!¡Menos mal que todavía no había huevos en él, si no, ¡chau, pichones!- continuaron el señor pato y la señora pata.

La lechuza, sintiendo que los mates se le ponían demasiado amargos y que la guitarreada la había dejado agotadísima, se preguntó:

--¡Chist! ¡Chist!¿Quién será ese monstruo verde y fiero? ¿Cómo se anima a venir a molestar por aquí? ¿No sabe que yo cuido todo esto y esta noche lo puedo castigar?

Mientras ella se disponía a ver qué pasaba, fue acomodando su cueva y mirando los estantes de su cocina. Sí, tenía todo lo necesario: té de espinas pinchudas y ajos al caramelo…Haría con ellos una bebida poderosa y mágica. Cuando apareciese ese monstruo verde y fiero, se lo daría a tomar y lo transformaría en pollo pelado… ¡No le quedarían ganas de asustar y revolver los nidos!

De ese modo iba pensando la lechuza, cuando llegaron las tortugas de agua. Habían salido temprano, era casi el mediodía. Apenas habían logrado arrimarse a la cueva de Córcholis.

- ¡Peligro feo! ¡Peligro feo! ¡Cuiden los nidos, anda un monstruo verde y fiero! ¡A nosotras nos dio vueltas y nos dejó pataleando!

-¡Chist! ¡Chist! ¿Qué les pasa muchachas? ¿Por qué tan apuradas?

-Nos encontramos con ese monstruo verde y fiero que anda haciendo desastres. Nos dejó patitas para arriba y se fue corriendo… ¡Nos dio un trabajo loco volver a pararnos para caminar! Estábamos lejos de la orilla ¡Imposible nadar!-respondieron don tortugo y doña tortuga.

-¡Chist! ¡Chist! Mala cosa lo que cuentan…Cuando anochezca, me ocuparé. Antes, no. El médico me ha dicho que me cuide del sol.

A la tardecita, la lechuza Córcholis cumplió su palabra. Salió de la cueva, vio que el juncal se movía sin viento y fue para allá… ¡Ahí estaba el monstruo verde y fiero! Era muy extraño: Tenía brazos, piernas y estaba cubierto por repollitos de agua de la cabeza a los pies …

-¡Chist! ¡Chist! Ojito, monstruo, no te hagas el vivo. Mirá que te doy té de espinas pinchudas y ajos al caramelo. Con él te transformaré en pollo pelado. Este lugar es de todos. Vivimos tranquilos y felices, no necesitamos que nadie venga a revolver y molestar.

-¡Córcholis! ¡Córcholis! ¡Perdón! Soy Florencio el Travieso. Me dieron ganas de divertirme. Ahora me doy cuenta de que estaba molestando a los animales. ¡No me des ese asqueroso té! ¡No quiero ser un pollo pelado!-exclamó Florencio, lleno de vergüenza.

-¡Chist! ¡Chist! Está bien, pero deberás reparar el daño hecho. ¿Qué te parece si pintás unos carteles? ¿Además, cantarás conmigo el sábado a la noche?

-¡Sí! Lo que me pidas, Córcholis! – le contestó Florencio, el Travieso- Eso es más divertido que asustar animales…¿Me puedo dejar el disfraz?.

Fue así que la laguna se llenó de bonitos carteles que decían:



LOS ANIMALES SON SUS AMIGOS,

POR FAVOR, NO LOS MOLESTE.




El sábado a la noche, la lechuza Córcholis, acompañada de Florencio Repollito, el nuevo amigo de los bichos de la laguna, cantó milongas, huellas, cielitos y triunfos para todos los turistas.

Como los llenaron de aplausos, ella quedó satisfecha. ¿Florencio? Muy feliz con su nuevo nombre y su trabajo de pintor cantor.






Cuento: María Alicia Esain



Inspirado en ilustraciones del artista Juan Carlos Chaves




sábado, 1 de mayo de 2010

La lechuza pensativa - Dos imágenes, mil palabras...





































Una lechuza con insomnio vive,

en un árbol frente a mi casa.

Ululando la noche pasa

con su cara pensativa,

buscando respuestas no respondidas

a preguntas inservibles.


Quise desafiarla una noche

que no me podía dormir.

Y como no me quería aburrir,

le hice una pregunta complicada,

que la muy sabía entusiasmada

respondió sin reproche.


Tengo todas las respuestas que quieras,

dijo muy segura el ave,

y no hay manera de que me ganes

en una batalla de conocimiento,

soy inteligente de nacimiento,

y no me dormiré cuando pierdas.


No duermo porque aprendo

leo y leo para ser más sabia

y por perder que no te de rabia,

dijo muy presumida la lechuza,

que parecía vencer esta escaramuza

mientras yo me acostaba sufriendo.


Entonces una pregunta se me ocurrió:

Doña lechuza dígame si sabe

¿Por qué un elefante no cabe

acurrucado dentro de una nuez?

Estuvo largo rato pensando como juez,

pero el ave por vencida se dio.


Yo muy feliz por la victoria

le dije la complicada respuesta,

y haciendo de eso una fiesta

le dije que la había vencido.

Ella dijo que nunca había perdido,

y escapó volando sin la gloria.






Poesía: Darío Levin

inspirada en ilustraciones de: Juan Carlos Chaves